Me regaló su última semana
Inicialmente apodado "Manchito" por su madre, por una banda de color café que le cruzaba por la nariz, fue rebautizado como "Chico" por nosotros, su familia adoptiva. Solía volverse y centrar toda su atención cada vez que oía cualquier palabra que tuviese un sonido "ch" seguido de uno "k". Ágil, alegre, despierto, un poco cobardón, muy inteligente, con un gran corazón y un carácter imposible cada vez que se olía que tocaba veterinario.
La mañana que le traje a casa pasó el viaje en el autobús jugueteando con mi mano, dentro de la caja de cartón. Cuando lo solté en casa no paró de jugar con los pies de mis padres, los míos y los de mi abuelo. Mi hermana llegó horas más tarde, y toda la familia calló para observar la reacción de ambos: Ñiña, sin sospechar un ápice sobre su temprano regalo de cumpleaños, no pudo ocultar su emoción al verle tan chiquitín, con esos ojazos que tienen las crías de gato con tan sólo unos meses de vida—seguramente los vecinos aún recuerdan el grito—; Chico corrió a ocultarse bajo mi cama, asustado.
A pesar de la grata sensación general que produjo en su introducción, mis padres no estaban muy convencidos de quedarse con él y me pidieron que lo devolviese inmediatamente a su familia. Ni siquiera tuve que hacer uso de la excusa que había cocinado para la ocasión: En cierto momento esa misma mañana, Chico se quedó helado; nos miró alterado y salió corriendo como el rayo buscando la caja en la que le había transportado. Ésta estaba al lado del cubo de basura; Chico la abrió, se metió en ella, y nos mostró lo bien educado que estaba… Ahí se ganó el corazón de todos.
Los veterinarios le temían: cada vez que tocaba una de sus vacunas se veían en la necesidad de pedir refuerzos para controlarle. "¿Cómo se va a llamar?"—me preguntaron en el momento de rellenar su cartilla. "Alekhine: ALE-ka-hache-INE, como el jugador de ajedrez."
Once años más tarde, viejo y con complicaciones varias en sus pulmones y aparato digestivo, se fue sin dar guerra, sin sufrir demasiado. La última semana que gozó de una salud estable coincidió con una de las que pasé en Madrid por vacaciones. Poco podía sospechar que su cambio de talante se debía a las complicaciones en su interior, y no al creciente calor del final de la estación primaveral en la meseta. Todos coincidieron: "Chico estuvo aguantando hasta que viniste a verle. Te regaló su última semana."
Gracias por el detalle, amigo. Y gracias por enseñarme paciencia, o cómo cuidar de alguien que depende completamente de ti. Y gracias por tus caricias, por tus arañazos, por tus mordiscos… las pequeñas cicatrices en mis manos, muñecas y tobillos—rúbrica de nuestros juegos y persecuciones—las enseñaré con orgullo y te recordaré siempre como el primer día: en posición de caza, a la vuelta de la esquina, esperando agazapado para saltar sobre mi.
Alekhine Bl. S. "Chico" (1994-2005): In memoriam
4 Commentarios:
snif, snif...es que se les coje tanto cariño...El nombre Alekhine me ha encantado..
Gracias.
¡Buen viaje chico!
¡Ñiña! ¿eres tú en serio? En ese caso, ¿cómo lo llevas? Yo todavía un poco tocado.
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