EsePrimo

2005-08-11

Smoky Mountains

Y por fin nos pudimos tomar unas vacaciones. Vvgrant terminó sus clases las semana pasada, y el mismo sábado nos alquilábamos junto con los Picapiedra una cabaña en las Smoky Mountains, en el estado de Tennessee. Esta sierra recibe su nombre de las curiosas formaciones presentadas por la niebla, invariable no importa en que época del año: La sensación de estar en un incendio es constante en cuanto subes a suficiente altura.
Unas nueve horas en coche suelen ser suficientes para llegar desde Lafayette hasta Townsend, donde teníamos nuestro alojamiento, pero como en nuestra filosofía está el disfrutar del viaje como parte integral de las vacaciones, la ida la hicimos en bastante más tiempo.
La cabaña estaba construida en el monte, accesible tan sólo por un tramo de estrechas comarcales zigzagueantes escalando la loma de éste, más un buen trecho de carreteras sin asfaltar; de esta manera completamente apartada de la localidad a la que pertenece por algo más que un espeso bosque, en el que los lugareños prometían osos en madrugadas y atardeceres. A pesar de su condición de recluimiento, el alojamiento presentaba los más decadentes lujos que esta sociedad exige: jacuzzi, billar, televisores de pantalla plana de tamaño descomunal, etc.

Pincha en la foto para ver un video del interior de la cabaña

Durante el día aprovechamos al máximo la proximidad del parque nacional de las Smoky Mountains, completando hasta ahora los senderos más satisfactorios que he tenido oportunidad de caminar en este país—no cuento los de los grandes cañones en Utah, ni los parques de las sequoyas en California, porque en aquella ocasión no tuvimos oportunidad de patearnos la zona. En especial, he de hacer referencia a la subida a las Chimeneas, segundo pico en altura en esta sierra. El ascenso puede llegar a convertirse en un suplicio, en especial si llevas a la espalda un crío de dos años, pero cada paso que te acerca a la cima merece la pena. Lo mejor de todo: el camino termina abruptamente en una pared de pizarra en la que uno tiene que buscar una grieta para escalar hasta el punto más alto.
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En una jornada diferente, otra escalada no tan severa nos dirigía a una pequeña zona de cascadas, las del río Abram:
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Al final del día, cansados pero nunca derrotados, hambrientos y sucios regresamos a la comodidad de la casa, y aprovechamos las últimas horas antes de acostarnos para relajarnos en el estupendo jacuzzi. Por supuesto, las primeras horas del alba también son buenas para recibir del mismo modo el extenuante día que se nos avecina:
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Si pasas por el archivo fotográfico dedicado a este verano en mi flickr, podrás apreciar más detalles del viaje.

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