Rojo, hispano, enfadado

Mires donde mires, el color rojo de la escudería Ferrari domina el paisaje: en las gradas, en la calle, en las tiendas de regalos… El circuito de Indianápolis—y yo imagino que en general lo mismo sucede en otras carreras del mundial—es una fiesta en rojo, eso no lo puede dudar nadie. Nuestras banderas de España se confundían con las también roja y amarilla del equipo que terminó ganando el domingo.

Vayas donde vayas, el idioma que se oye más a menudo es el castellano: pocos alemanes, grupos aislados de indios (en cualquiera de los idiomas que allí se habla), algún que otro portugués/brasileño, y por supuesto inglés, que se hizo un poco más popular cuando las gradas quisieron protestar por la vergonzosa situación de ayer. A nuestro alrededor, ecuatorianos, colombianos copaban sobre la representación sud/centro americana. Españoles éramos unos cuantos, por supuesto.

Y en cuanto al talante que mandó en el público, ya os podéis imaginar: enfado, mucho enfado.

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