EsePrimo

2006-04-05

Geocaching literario

Oigo por Catalina de un invento social nuevo para los amantes de la lectura:

¿Alguna vez habéis experimentado esa sensación maravillosa al encontrar un geocache?—El equivalente al de encontrar un valioso tesoro, ya de riquezas inmensas, o simplemente de recuerdos de la infancia de algún crío (a la Amélie). “Bookcrossing” te permite que combines esta sensación con una nueva, la de encontrar un libro que ha dejado una huella profunda en alguien, y que quiere compartirlo con otras personas.

El ejercicio es bastante simple: lees un libro, lo marcas con tu número personal (que te es adjudicado tras registro en una página web), y te desprendes de el: dáselo a algún conocido, “olvídatelo” en el autobús, o en una cafetería, en el trabajo, o simplemente mételo en una caja con otros artículos para los de la caridad.

A su vez, cuando te encuentras uno de los libros marcados con las señales del bookcrossing es costumbre registrar su hallazgo, de modo que sea fácil seguir la pista de los sitios por los que ha pasado, así como “propietarios” que ha tenido, obteniendo al mismo tiempo cierta idea de la huella que ha dejado en éstos la lectura de la obra.

Pero pensando, me doy cuenta que el efecto de “maravilla por hallazgo” es casi de mayores proporciones para aquel que se desprende del libro y averigua posteriormente el impacto que ha tenido éste en otras personas, quién sabe si miles.

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