EsePrimo

2005-03-20

Poca culturilla

Seguramente a muchos les haga gracia mi falta de… como llamarlo… ¿mundo? El caso es que la primera noche de nuestras vacaciones disfrutamos de un concierto en el Perelman Theater, en el Kimmel Center for the Performing Arts Home of The Philadelphia Orchestra. ¿Cosas que no sabía y me resultaron curiosas? Por ejemplo, que los “asientos malos” no están allí atrás ni arriba del todo, sino en primera fila. Cuando nos dimos cuenta de la situación, no pude evitar darme la vuelta, mirar a todos esos encorbatados y emperifolladas y pensar: “¡pringaos!”.

Pero primera fila no debe de ser demasiado buena por razones acústicas, me temo. No importa el hecho que tanto el director (Vladimir Feltsman) como algunos de los músicos te saluden directamente, ni que les oigas bromear entre piezas, observes como se miran unos a otros y se lanzan miradas furtivas (de reconocimiento, de agradecimiento, que se yo). Es curioso también cómo nunca antes me había fijado en el moratón que las violinistas desarrollan ahí donde apoyan el instrumento… y me pregunto por qué el único violinista varón no lo tenía.
¿El programa? Bach de anzuelo, encabezando y terminando el programa, y entre medias dos divertidas Sonatas para Orquesta de Cámara compuestas por Alfred Schnittke, la primera de ellas con la actuación de Oleh Krysa al violín (que por lo que me comentaron, era la estrella de la velada).
Un tipo curioso, el director: Vladimir Feltsman es uno de los pianistas más aclamados en America, y de hecho es invitado a acompañar prácticamente cada una de las grandes orquestas que visitan la Costa Este. Gran parte de culpa la tiene el hecho que este señor toca un Bach impresionante. Curioso también cómo ocho años exiliado del público no han hecho mella ni en su virtuosismo, ni en su talante amigable y humilde. Feltsman hizo una petición formal a su entonces gobierno para emigrar de la URSS, y las autoridades de dicho país respondieron con una durísima penalización que le mantuvo alejado de orquestas, teatros y salas de conciertos. Ocho años más tarde, en 1987, finalmente ganó el pulso político y se vino a vivir a Nueva York.
La foto que acompaña esta entrada fue tiradas por patterner y vvgrant la noche del concierto. La luz no es muy apropiada, pero uno puede distinguir el espectacular techo del Centro y la sobriedad arquitectónica del exterior del teatro.

El puente de Primavera

Supongo que así es como debería traducirse la expresión inglesa “Spring Break”: Es el equivalente a la Semana Santa en España pero, como en este país uno tiene que tener mucho cuidado en no favorecer una religión por encima de las otras, las camuflan en forma de puente. Por lo general los estudiantes se fugan en masa a las playas, a enseñar los musculitos y ponerse ciegos de lo que caiga, preferiblemente alcohol y compañía… Pero cuando uno ya empieza a asomar barriguilla y sus amigos están casados y con críos, lo de la playa queda un poco desfasado, y en su lugar aprovechamos para viajar, visitar museos, disfrutar de un buen concierto, homenajearnos con la gastronomía local, etc.
Como se puede comprobar, este año nos las hemos tomado en la Costa Este: Báltimor, Filadelfia y Washington DC, con nuestros buenos amigos los Mármol (no es su verdadero nombre, pero he de respetar su intimidad a petición de la madre).
Los primeros dos días de estas cortas vacaciones los pasamos en Filadelfia: Ant_fugue (la mamá) tiene una amiga de la infancia viviendo en dicha ciudad, y aprovechamos para abusar ligeramente de su hospitalidad. Tuvimos la inmensa suerte de ser invitados a su mesa la noche del segundo día, y dado que el papá es cuáquero, el anfitrión es judío ortodoxo, y yo fui criado en el seno de una familia cristiana católica (y apostólica), pues os podéis imaginar de qué fue la conversación durante la cena… por cierto, por si no queda demasiado claro después de estas frases, este hogar judío-ucraniano en particular es un pelín machista, hasta el punto que no está permitido tocar a las mujeres ni para saludarlas, y el peso de la conversación es llevado por los hombres, y no se les ofrece a las damas el tradicional vodka con el que se brinda el “L'Chaim” antes de la comida, por ejemplo.
Otro dato curioso, relacionado con su costumbre “Kosher”: tienen una enorme vajilla, parte de la cual no puede tocar carne, y la otra no puede tocar productos lácteos (creo que la idea es Dios prohibe que ciertos productos se mezclen). Por equivocación, Ant_fugue sirvió leche a la niña en una taza de carne, a lo que la pareja de filadelfianos reaccionó bastante bien: “¡Felicidades, acabas de adquirir una nueva taza para tu colección!”
Por cierto, supongo que muchos habrán pillado al vuelo la broma que inspira la fotografía que acompaña estas líneas: ¿Qué película transcurre en las calles de Filadelfia y tiene entre sus más conocidas escenas un entrenamiento que termina escalando los peldaños que dan al punto desde donde saludan los colegas?
El viaje ha dado para bastante, así que moderaré el tamaño de mis entradas, dividiendo las ideas por temas. Que sirva esta primera como una introducción.