EsePrimo

2005-05-12

Un finde en el campo

Aprovechando que nos dieron las vacaciones la semana pasada, que era el cumpleaños de vvgrant, y en previsión de la locura de mayo y junio que nos espera (con una conferencia en Georgia y un viaje a España por medio), decidimos tomarnos un par de días para viajar y disfrutar de unos buenos senderos o un par de travesías en canoa. En esta ocasión optamos de nuevo por viajar hasta el sur de Indiana, y nos alojamos en una posada preciosa en Corydon, la antigua capital de este estado. ¿Por qué una posada en medio de un pueblo pequeño en lugar de un hotel de lujo en una gran urbe o un motel de carretera? Cada uno de estos alojamientos están bien para lo que están: en nuestro caso, la idea óptima de vacaciones pasaba por disfrutar un poco de la belleza de los muebles antiguos, las colchas tradicionales, comida casera, estar cerca de la naturaleza, el trato personal de los dueños, o la cálida conversación alrededor de la mesa del desayuno cada mañana con el resto de residentes.

La primera noche la pasamos en el pueblo: cena en el restaurante recomendado por los posaderos, un paseo por el centro, y búsqueda y captura de una tarta de chocolate para celebrar los 31 años de michiki, que nos tomamos en el cuarto mientras planeábamos la jornada siguiente.

Al día siguiente, la amenaza de tormentas al atardecer nos hizo desistir de la idea de salir de canoas por el "Blue River". En su lugar, decidimos hacernos parte de un sendero de unas dieciseis millas (veinticinco kilómetros) al borde del "Hoosier National Forest"; a una hora en coche de donde nos alojábamos. Para llegar a dicho sendero, uno puede elegir la vía rápida (por autovía), o la vía escénica, cruzando varios pueblos preciosos al borde del río Ohio, bordeando bosques densos y, por supuesto, encontrando vida salvaje prácticamente en cada kilómetro de la carretera. Adivinad cual ruta escogimos… En efecto, la posibilidad de ver tortugas cruzando la calzada, buitres comiéndose un tejón, o esquivar serpientes es un encanto más que no estábamos dispuestos a perdernos. Y si además disfrutas conduciendo, las curvas son "ni muy cargantes, ni muy fáciles", así que cada minuto al volante es una fiesta.

Una vez en el sendero—el "Two Lakes Loop"—tuvimos la inmensa suerte de ser los únicos visitantes, con lo cual es mucho más fácil encontrarte con los animales salvajes siguiendo su rutina diaria, ininterrumpidos por la marabunta de turistas habituales. Las fotos presentadas son un ejemplo de algunas de las maravillas que descubrimos (pincha en ellas para verlas en grande). Lástima que no pudimos capturar con la cámara las dos o tres ocasiones en las que nos encontramos con ciervos.

[continuará]