EsePrimo

2005-03-21

Libros Raros

El martes, tras caminar por las calles de Filadelfia entrando y saliendo de museos, parques y tiendas de arte, ant_fugue y patterner nos convencieron para visitar el Free Library of Philadelphia, la mayor y más importante de las bibliotecas públicas de la ciudad. Una vez en dicho edificio, nos dirigimos a la segunda planta, sede del departamento de Libros Raros.
Los investigadores que allí se hallaban nos informaron que tan sólo teníamos unos quince minutos de visita, bastante poco para recrearnos en las obras puestas a la vista, siempre bajo gruesos cristales para impedir su deterioro. Pero ant_fugue no se da fácilmente por vencida, y allí estuvo preguntando, indagando, mostrando interés y pidiendo amablemente conocer más sobre los tesoros que dicho departamento alberga… hasta el punto que uno de los miembros del grupo decidió llevarnos a las estanterías de los libros más antiguos, abrirla, y dejar no sólo que los viésemos por dentro y por fuera, sino también que tuviésemos el placer de manejarlos. No te equivoques, esos últimos libros no eran cualquier libro del siglo XVIII o XIX: el primero que nos enseñó era una genuina tabla cuneiforme que data de entre el 3000 AC y el 300 AC; del tamaño de mi mano abierta, que contenía una descripción de un traspaso de propiedad (cabras, ovejas…). Tener en tus manos una pieza de arcilla tan antigua y con tanta historia transmite una sensación curiosa.
Tras este, procedió a enseñarnos tres trozos de un papiro egipcio que contenía porciones del libro de los muertos—obra que toda familia compraba para que sus difuntos tuvieran “algo que leer” en el otro mundo.
Siguió con el libro de Ester, en hebreo y con formato de rollo (siglo XIII, si no recuerdo mal); una miniatura medieval de un Libro de Horas, excelentemente decorado; una página de una de las primeras Biblias Gütemberg, una Biblia del tamaño de mi pulgar, y finalmente, este libro de 1850.
La ilustración que acompaña estas líneas corresponde a uno de las obras de cuentos tradicionales que estaba en la muestra general, centrada precisamente en enseñar ejemplos de cómo se las gastaban tanto editores como ilustradores de libros caros cuando la tecnología no era lo suficientemente avanzada como para permitir imprimir cómodamente la gama completa de colores.